jueves, 22 de marzo de 2012

La Panderola

En claro contraste con los planes de hegemonía galáctica de Pérez, el Madrid se acercó ayer a El Madrigal a bordo de La Panderola, un híbrido entre tren y tranvía que circulaba a finales del siglo XIX por tierras levantinas y que Mourinho tuvo a bien rescatar de las cocheras.

Con Khedira, Lass y Xabi Alonso en la sala de máquinas y Altintop paseando en albornoz por sus oscuros pasillos, la Panderola, robusta pero de molesto traqueteo, fatigaba la planicie castellonense mientras Özil y Cristiano intentaban en vano convencer al míster de las ventajas de otros medios de transporte menos rudimentarios.

En la imagen, el Madrid a su llegada a Villarreal en La Panderola.

martes, 20 de marzo de 2012

Musulmanes en Madrid (I)

Yihad en su sentido más amplio es definido clásicamente como "el poder extremo de alguien, esfuerzos, habilidades, o la capacidad en contienda."



lunes, 19 de marzo de 2012

Autos de Fe


A diferencia de otras aficiones más dadas al confeti y al estruendo, la del Bernabéu, con el exquisito paladar de un experimentado gourmet de 110 años, se caracteriza por su vena inquisitorial, nada complaciente. En ningún otro sitio se pasa más rápido de ser estrella en ciernes a objeto de sospecha pública. Y de ahí a la hoguera hay un paso. Ninguna otra afición detecta tampoco con tanta antelación sutiles desfases en el devenir del juego como la nuestra, incluso en momentos de aparente supremacía, como el presente. Son señales que adelantan una decadencia: un momento de soledad de Xabi Alonso, las limitaciones de Khedira, la precipitación de Ramos, el rostro amoratado, de pez en tierra, de Özil, una corneja sobrevolando la banda izquierda...

También caracteriza al socio blanco un aire de desdén hacia todo combate que no exija lo mejor de nuestro equipo, algo que sólo ocurre ante la auténtica aristocracia del fútbol, es decir, aquellos que han sido capaces de reunir un buen puñado de Copas de Europa: Barcelona, Manchester United, Bayern München, AC Milan y pocos más. O en casos de extrema necesidad, como las remontadas épicas. El resto de partidos son trámites administrativos que hay que despachar con brevedad e higiene. Tanta repulsa provocan estos entremeses que no pocos aficionados llegan al campo en el minuto cinco y lo abandonan en el 85, intentando reducir la dosis. Son unos 190 minutos por temporada: tres partidos.

Ayer contra el Málaga, un equipo de arabescos, el Madrid apretó pero perdonó más de la cuenta, se animó y pitó a Kakà y uno que pudo ser y no fue, Santi Cazorla, regaló dos puntos al Barcelona con un rayo fulminante en el minuto 91, con la afición oyendo ya el gol por la radio del coche.