miércoles, 29 de febrero de 2012

Posesión y deportes alternativos


Una diferencia en fútbol de 10 puntos (o de 2 o de 17) nunca puede ser injusta. El sistema de puntuación es bastante claro e igual para todos. Sin embargo, existe una corriente de opinión muy interesada que otorga a un cierto "estilo" de fútbol y a datos estadísticos en realidad absolutamente irrelevantes, como el tiempo de posesión de la pelota, una importancia que, según sus portavoces, debería ser tenida en cuenta. Una especie de plus por "belleza" añadida.

Pues bien, el viejo Chamartín recomienda a estos personajes que se aficionen a otros deportes más subjetivos, como la gimnasia rítmica o el salto de trampolín o que apoyen la creación de los Globe Trotters del balompie, dando espectáculo en plazas portátiles y pabellones multiusos, encandilando a niños, parados y jubilados aburridos.

Y nosotros a lo nuestro, que es meter goles, ganar partidos y conseguir puntos.



miércoles, 22 de febrero de 2012

Renovación ya


Los niños de La Masía se lo piden todos los días, así como su estragante corte de aduladores. Como si nos fuéramos a creer que el Gran Manipulador estuviera barajando otra opción. Guardiola sólo tiene sentido en ese club-internado (Ibrahimović dixit), donde nadie discute nada y se profesa el iniestismo más palurdo.

Pues bien, nada más deseamos desde el viejo Chamartín sino que renueve pronto y por muchos años. Su sola presencia, su ideario y las orgías en el Campo Nuevo atizan la llama de nuestro fuego y nos hacen ser más fuertes y despiadados. Más Real Madrid.

lunes, 20 de febrero de 2012

Cualquier tiempo pasado fue peor


En un Chamartín gris de hormigón armado, enjaulados y embutidos en coreanas azul o verde metálico, los del Madrid veíamos corretear - pesados, esforzados e incansables - a tipos como Salguero, Isidro, Ángel, Pineda, Cholo o Fraile. El compromiso era innegable y la estética sangrienta, sudorosa y enérgica. Las ligas se las llevaban aguerridos equipos vascos y el socio blanco, de pie y apoyado en una barra metálica corrompida por el óxido, aplaudía a sus gladiadores pero añoraba a Di Stefano y soñaba con otro fútbol.

Butragueño fue la luz al final del tunel y Özil es ahora una reencarnación suya, turco-alemana, zurda y centrocampista.